Tímido y re traído al principio, porque le han hecho mucho daño, se muere de ganas de que lo acaricies pero no acaba de superar el temor a ser dañado de nuevo, especialmente por los hombres, a los que le ladra. Pinocho llegó al refugio con su cuerpo lleno de heridas profundas que ya cicatrizaron, por eso, necesita tiempo para tomar confianza. Se lleva bien con todos los perrillos, con los que sale al recreo a correr y comparte chenil con un compañero. Está castrado y tiene sus analíticas al día, es negativo de leishmania, ehrlichia y filaria. Su primer encuentro con un gatillo ha sido bueno, ambos se han respetado. HISTORIA: Llegué al refugio con mi cuerpo lleno de heridas, después de haber pasado largos días en un pueblo rural donde nadie me conoce. Al ser podenco, no es difícil imaginar cúal ha sido mi pasado: utilizado, menospreciado y desechado, y muy probablemente, me hayan abandonado en mitad del campo. Si no me hubieran recogido en la protectora de animales me habría asilvestrado siendo un peligro para el ganado, o hubiera muerto de hambre y de sed. Ahora ya, entre las voluntarias y tantos otros perrillos abandonados como yo, me siento protegido y querido mientras con esperanza sueño con una familia que me dé a conocer su cariño y su amistad.

VÍDEOS:

https://youtu.be/AFW1DJQG_ak

https://youtu.be/DtL7_rWsZvk